miércoles, 19 de marzo de 2008

Atardecer con lagartija

La aventura de ser una lagartija o lagarto y caminar por el techo
Ayer estábamos sin luz acá en San Andrés, Partido de San Martín, en Buenos Aires…el sol ya se iba, eran casi las 19hs, cuando mire para arriba en el comedor y lo vi.
Estaba muy atento a todo lo que pasaba. Primero lo confundí con una pluma de plumero…y me dije que hace una pluma en el techo pegada?...después se movió y ahí supe que: punto uno: las plumas no caminan , punto dos: las plumas no tienen ojitos a menos que estén puestas en la correspondiente ave. Me vine al living a buscar la máquina de fotos porque no veía bien que era “eso” que caminaba al revés del universo, como si nada, con la lente de la cámara lo descubrí, ahí estaba él muy pancho el tipo o tipa, mirándonos a mí y a las perras, sin perderse detalle de lo que hacíamos.
Fue todo un acontecimiento familiar cuando llegaron Yasmín y Carlos, Yasmín quería que lo atrapáramos en un frasquito, yo no quería que lo tocaran (tenía miedo que se rompiera todo, se veía tan frágil y hermoso), Carlos coincidía conmigo…entonces ganó el o la lagartija, o iguanita, o lo que sea… Ahí se quedó yendo y viniendo por todo el comedor, siempre pegada al techo, hasta mucho después de la cena, la cual fue a la luz de las velas, porque seguíamos sin servicio eléctrico.
Fue una cena diferente donde todos continuamos pendientes del bichito de ojitos brillosos que nos miraba como una miniatura de dinosaurio desde las alturas. Hacia el final de la cena cuando volvió la luz, y ya levantamos los platos de la mesa, apagamos las velas y salimos del comedor, desapareció, igual que como había llegado, sigiloso, misterioso, intrigante y bello.
PD: confieso que esta mañana en el desayuno lo extrañé.

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