jueves, 28 de febrero de 2008

Vacaciones segunda parte: Unos días de novios en Calamuchita.

Cascada de mirador del águila....y vista de la posada Bosque Serrano desde el patio trasero Vacaciones segunda parte
Después de un día de descanso dejamos las perras al cuidado de sus “abuelitos” o sea mi mamá y mi papá.
Y nos fuimos como raudos adolescentes locos con un pequeño bolso de mano a las sierras Carlos y Yo…sin la mitad de las cosas y sin reservas…Caímos, como diría mi abuela “como peludos de regalo”, a la posada de nuestros amigos Laura y Gabriel, a los cuales de casualidad les quedaba una habitación y allí hicimos base.
Esa noche todos los que se hospedaban ahí tuvieron la idea de comer un asado para charlar y conocernos, así que nos enganchamos enseguida en la onda, y tuvimos una cena muy alegre, llena de historias con gente hasta ese momento desconocida, y con los que la velada se estiro hasta la madrugada bajo la vigilancia atenta de Loli la perra de la hostería que no dejó de lado oportunidad para pedir su pedacito de asado.
Pasamos unos pocos y bellos días con sol, pileta de natación, arroyito cerca, noches románticas, paseos por la costa del lago. El nuevo camino que rodea parte del Dique y lago Los molinos, y se une al antiguo camino de cornisa muestra dos paisajes absolutamente diferentes y bellos.

Vista del Dique los Molinos, Carlos pensativo...

Un atardecer serrano que mas se le puede pedir al cielo

De costa a costa en una de las curvas, ahí en Los Molinos, han colocado de lado a lado cables de acero para que los mas arriesgados puedan hacer la famosa tirolesa rapel y pasar de lado a lado cruzando las aguas colgando con una roldana y un arnés…yo no crucé esta vez, eso no quiere decir que no lo haga en alguna otra oportunidad. Ya veremos con cuanta inmortalidad a cuestas ando la proxima vez que pase por ahí.

Esos paseos y muchas aventuras más fueron parte de las vacaciones coronadas por una cena en Villas Ciudad de América, un paraje a orillas del lago Los Molinos, frente a potrero de Garay, ahí está el restaurante “La Argentina” donde cenamos comida afrodisíaca y hubo un show musical la noche del 13 para recibir a las doce en punto , champagne de por medio, el festejo por San Valentín.
El regreso a la posada fue maravilloso, volvimos del restaurante riéndonos y contando anécdotas, bajamos a poca velocidad, como a las dos de la madrugada por el viejo camino del dique los molinos, con todas sus curvas y ese cielo único e imperdible que tienen las noches de verano en las sierras.
El 14 ya nos volvimos a Villa María, y allí nos esperaba el reencuentro con parientes que habíamos visto en navidad, y que todos los años, en febrero van a pasar unos días de vacaciones a la quinta de mis viejos.

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